
Así es cómo tus emociones afectan tu salud corporal
¿Sabías que tus emociones, pensamientos y percepciones del mundo afectan directamente a tu cuerpo? No se trata solo de un cliché sobre la mente sana en un cuerpo sano, sino de una verdad respaldada por la ciencia que nos recuerda que nuestro cuerpo es la herramienta más valiosa que tenemos para interactuar con el mundo. Cuidarlo adecuadamente es esencial para disfrutar plenamente de la vida y de todo lo que conseguimos en ella.
Nuestro cuerpo es una representación física de nuestro yo interior aquí en la Tierra. A través de él, experimentamos el mundo y sentimos el impacto directo de nuestras emociones y pensamientos. Mantener un cuerpo sano implica más que solo ejercicio y una buena alimentación; también es crucial nutrir nuestras emociones y pensamientos.
Los pensamientos y emociones positivos son la base de un cuerpo sano. Estos, junto con un estilo de vida equilibrado, determinan en gran medida el buen funcionamiento de nuestros órganos internos.
Nuestros órganos no solo responden a estímulos físicos, sino que también reaccionan a la información emocional y mental que les enviamos. Entonces, ¿qué sucede cuando esas emociones son negativas?
Sentir frustración, ira, nerviosismo o miedo es natural en ciertos momentos; estas emociones pueden servirnos para superar obstáculos y mejorar aspectos de nuestra vida. Sin embargo, cuando estas emociones se prolongan, el impacto en nuestro cuerpo puede ser devastador. El estado de alerta constante que generan desencadena una serie de reacciones químicas, como la liberación de adrenalina y cortisol, que ponen a nuestros órganos en un estado de tensión. Este estado, diseñado para situaciones de lucha o huida, si se mantiene de forma continua, puede causar serios problemas de salud.
El cuerpo como espejo de tu estado emocional
Deepak Chopra lo explica muy bien en su libro “Journey into Healing” (Camino a la Sanación) estableciendo que somos las únicas criaturas en la Tierra capaces de alterar nuestra biología a través de cómo pensamos y sentimos. Este concepto, de primeras puede parecernos algo casi esotérico, pero lo que Chopra expuso en su libro es algo que se ha demostrado a través de la epigenética, la ciencia que estudia las interacciones entre los genes y el entorno que los rodea.
El término “epigenética” fue acuñado en 1942 por el embriólogo y genetista Conrad Hal Waddington, y posteriormente ampliado por una multitud de biólogos celulares, como el internacionalmente reconocido Bruce Lipton.
La epigenética nos muestra científicamente que nuestro ADN no determina nuestro comportamiento celular. En otras palabras, no somos víctimas de nuestros genes, sino que nuestro ADN puede modificarse en función del entorno al que está sujeto.
Este entorno se crea a partir de nuestras percepciones de las señales externas, es decir, de cómo interpretamos y pensamos sobre lo que nos sucede o lo que ocurre a nuestro alrededor. Y nuestros genes adaptan su expresión en función de los estímulos que reciben.
La implicación de estos descubrimientos es enorme porque así como los pensamientos negativos pueden crear un ambiente interno tóxico, también tenemos el poder de mejorar nuestra salud transformando esas emociones y pensamientos en positivos. Al cambiar el tipo de estímulos que enviamos a nuestras células, no sólo prevenimos enfermedades, sino que fomentamos un estado de bienestar y salud que se refleja en todos los aspectos de nuestra vida.
La epigenética nos demuestra, que somos responsables de nuestra salud y bienestar, no solo a través de las acciones que tomamos físicamente, sino también mediante los pensamientos y emociones que cultivamos. Y es que al final, el bienestar no es solo la ausencia de enfermedad, sino un estado de armonía total entre cuerpo y mente que nos permita vivir plenamente.
Si sientes que las emociones negativas han estado dominando tu vida, es momento de actuar. Empieza por pequeños cambios en tu rutina diaria que te permitan recuperar el equilibrio emocional: medita, realiza ejercicios de respiración, escribe un diario de gratitud, o simplemente dedica unos minutos al día para reflexionar sobre tus pensamientos sin juzgarlos y sin adentrarte en ellos. Como hemos visto en este artículo, la transformación es posible y está en tus manos.
Foto: iLexx en Envato